DÍA NARANJA Rosario Castellanos, Luz de la lucha feminista

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Por María Esther Díaz Zamora

Rosario Castellanos es quizá una de las escritoras con más importancia y relevancia cuando miramos en retrospectiva a la literatura del siglo XX en México, luchó toda su vida contra la oscuridad mientras que su obra nos ilumina.

En este mes la recordamos con sus letras: “El mundo que para mí está cerrado, se llama cultura. Sus habitantes son todos ellos hombres”. Con su voz poética nos permite sentir nuestro origen.

 

Origen

Sobre el cadáver de una mujer estoy creciendo,

en sus huesos se enroscan mis raíces

y de su corazón desfigurado

emerge un tallo vertical y duro.

Del féretro de un niño no nacido:

de su vientre tronchado antes de la cosecha

me levanto tenaz, definitiva,

brutal como una lápida y en ocasiones triste

con la tristeza pétrea del ángel funerario

que oculta entre sus manos una cara sin lágrimas.

Rosario Castellanos.

En la mayor parte de su obra se ve reflejado lo que significó para ella la doble condición de ser mujer y ser mexicana. Desempeñó cargos importantes al servicio del país: fue promotora de cultura del Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas; trabajó en el Centro Coordinador del Instituto Indigenista de San Cristóbal de las Casas; fue redactora de textos en el Instituto Indigenista de México; llevó la jefatura de Información y Prensa de la UNAM y fue catedrática en la facultad de Filosofía y Letras de la misma institución.

En 1971, fue nombrada embajadora de México en Israel donde además, era catedrática en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Tras un accidente falleció el 7 de agosto de 1974.

Y antes de su partida ya nos había heredado su despedida.

 

Despedida 

Déjame hablar, mordaza, una palabra

Para decir adiós a lo que amo.

 

Huye la tierra, vuela como un pájaro.

 

Su fuga traza estelas redondas en el aire,

Frescas huellas de aromas y señales de trinos.

 

Todo viaja en el viento, arrebatado.

¡Ay, quien fuera pañuelo,

Solo un pañuelo blanco!