Migración femenina, forzadas a olvidar el hogar

0
92
  • Los hijos crecen solos o asumen responsabilidades para las cuales no tienen la madurez necesaria, sin un referente de autoridad, son muchos huecos y vacíos emocionales que serán llenados con alcohol, drogas, delincuencia, pandillas, hasta vida sexual temprana.

Josélo Fuentes Delgado / La Voz de Durango

Lágrimas en los ojos y el alma hecha pedazos por dejar el hogar. La familia ya había sufrido por el abandono del padre, ahora en busca de su pareja, ella se aventura en un sinfín de contratiempos, limitaciones y riesgos para mejorar en el hogar para cruzar la frontera con Estados Unidos, aunque en ello le vaya la vida. La reunión de los hijos con los padres en la Unión Americana, es otra parte del problema.

La migración femenina mexicana hacia Estados Unidos ha crecido de manera considerable desde los años setenta a la fecha. Es una realidad ineludible las repetidas crisis económicas en México y la prolongada tradición migratoria de connacionales a este país; así como los efectos no esperados de algunas políticas estadounidenses enfocadas a disuadir y detener el ingreso de migrantes indocumentados, que lejos de frenarla colaboró a incrementarla de manera acelerada.

Conforme a la Comisión Nacional de Población (Conapo) en su boletín de Migración Internacional del 2013, indica que mientras que en 1970 residían en los Estados Unidos cerca de 436 mil mujeres nacidas en México, en el año 2012 su magnitud alcanzó alrededor de 5.5 millones, lo cual representaba 46 por ciento de la población mexicana residente en territorio estadounidense.

DURA LECCIÓN, PERO NECESARIA

Cifras recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2016 una mayor proporción de mujeres mexicanas comparada con los hombres migrantes, gana menos de 20 mil dólares al año, 46.1 por ciento y 23.0 por ciento, respectivamente. En el lado opuesto de los ingresos solo 13.5 por ciento de las mujeres gana más de 40 mil dólares al año, en comparación con el 29.7 por ciento de la población masculina.

Las mujeres encabezan actividades de salud y educación, hotelería y esparcimiento, actividades profesionales, manufactura y comercio e información. Mientras el hombre en trabajos del campo, actividad financiera, gobierno, transporte, electricidad, gas y agua. En el área de la construcción predominan los hombres, aunque arrebatan espacios las mujeres en áreas de minería y petróleo.

Para ese mismo año, la mayoría de las y los migrantes mexicanos, trabajan entre 35 a 44 horas por semana. Entre las mujeres, 31.3 por ciento trabaja menos de 35 horas mientras que en el caso de los hombres es el 15.2 por ciento.

Del total de migrantes mexicanos en la Unión Americana, 46 por ciento eran mujeres, lo que constituye el 3.5 por ciento del total de féminas en el vecino país y el 26 por ciento de la población femenina inmigrante. Los datos ubican a las mujeres mexicanas, en su mayoría madres de familia, muy por encima de cualquier otro grupo inmigrante femenino en la Unión Americana.

Al analizar específicamente el ranking de grupos femeninos inmigrantes, son 41 los estados donde las mexicanas figuran entre los cinco primeros lugares, aunque no deja de revelar una presencia muy importante del contingente femenino mexicano en gran parte del territorio del vecino país. Los estados de California y Texas constituyen los destinos que prefieren las mujeres mexicanas, y también los varones, al concentrar, respectivamente, a 38 y 23 por ciento del contingente total. Le siguen en importancia Illinois y Arizona.

 

FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA

Y RECOMPOSICIÓN FAMILIAR

María Eugenia Pérez Herrera, maestra en Trabajo Social y Coordinadora del Observatorio de Violencia Social y de Género de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), analizó el problema y explicó la presencia del fenómeno de la feminización de la pobreza, ante la falta de oportunidades laborales, educativas y sociales se encuentran en condiciones de doble vulnerabilidad y si le suman la depresión económica en que se vive actualmente en el país.

Se refirió que actualmente y de acuerdo al Inegi un 24 por ciento de los hogares de Durango están encabezados por mujeres, ya sea por ser madres solteras, divorciadas o sufrieron el abandono de su pareja por causa de la migración, esto se asocia al fenómeno descrito.

Aunado a la feminización de la pobreza, va la recomposición de las familias, explica la Especialista, en el ámbito rural y urbano, “dejan de ser familias nucleares, se convierten en familias mono parentales, es decir con una sola cabeza de la familia o incluso bajo el resguardo y cuidado de los abuelos (familias de crianza), que ya en sí no garantiza la misma supervisión y deja en vulnerabilidad a los menores o adolescentes”.

Detalló la maestra en Trabajo Social el impacto y efecto dominó que se desata en la falta de la madre de familia, no solamente es su salida del núcleo familiar, sino todo el conflicto social y repercusión de la ausencia de ambos cuya responsabilidad recae cobre una población de la tercera edad con ciertas desventajas que deberían ser reforzadas por las instituciones de corte social.

“Crecen solos, o asumen responsabilidades a las cuales aún no tienen esa madurez necesaria para afrontarlas, sin un referente de autoridad, son muchos huecos y vacíos emocionales que tienden a ser llenados con otros satisfactores: alcohol, drogas, delincuencia, pandillas, una vida sexual temprana, embarazos adolescentes y el resto de las enfermedades del desarrollo y reproductivas”.

Agregó la especialista que, solamente hasta que haya una verdadera articulación de esfuerzos institucionales y sociales habrá resultados. “Unos tienen el recurso, otros el conocimiento y la otra parte es quien decide hacer el cambio, es decir quien lo padece”.