Museo de Arte Sacro, al alcance de todos

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  • Trabajo documentado por el historiador Miguel Vallebueno Garcinava.

Graciela Rosales/La Voz de Durango

La Galería Episcopal de la Catedral Basílica Menor (Museo de Arte Sacro), es uno de los más importantes en el norte del país, cuenta con óleos, esculturas, muebles litúrgicos, libros corales y piezas religiosas exclusivas, que datan de los siglos XVII y XVIII, y que pueden apreciarse en ocho salas; este recinto fue impulsado por la Asociación Amigos de Catedral, A.C., e inaugurada el 3 de marzo de 2008.

De acuerdo con el historiador Miguel Vallebueno Garcinava, en “La Catedral de Durango, un encuentro con el tiempo”, México: IIH, UJED, 2009, Información de la Galería Episcopal de Catedral y datos complementarios de Gerardo Juárez Loera, Guía Custodio; podemos comentar la importancia histórica que brinda este importante Museo de Arte Sacro.

Entre los objetos que datan del Siglo XVII destaca la Inmaculada Concepción, figura de madera tallada y estofada, esculpida por el maestro Felipe Ureña, en 1749, para la pirámide o altar mayor de la catedral.

El Tenebrario, descrito por Vallebueno Garcinava, como un enorme candelabro probablemente de origen poblano, de cuatro metros de alto, que se dejó de usar en 1962. Es la primera pieza que se muestra de la época de la construcción de la Catedral actual. Se utilizaba para el Oficio de Tinieblas en la que se entonaban salmos que prefiguraban a Cristo como el Mesías y se iban apagando las velas amarillas de las tercerillas en la parte superior, hasta que solamente quedaba una vela blanca que simbolizaba a Cristo y con ella se prendía la lámpara del Santísimo.

La imagen más antigua de la Catedral es “El Señor del Mezquital”, figura de pasta de caña policromada, probablemente de factura michoacana, de finales del siglo XVI. Estuvo en la misión franciscana de San Francisco del Mezquital hasta 1616, pero con motivo de la rebelión tepehuana fue trasladado al convento de San Antonio de Durango. Después de la demolición del convento en 1917 la imagen pasó a la Catedral donde quedó olvidada en la sacristía menor. Pasó posteriormente al templo del Santo Niño de Atocha y fue rescatado para la Galería Episcopal.

El interesante recorrido nos lleva hasta el siglo XVIII, en donde se pueden apreciar pinturas de San Atenógenes, obispo y mártir del siglo IV, abogado de las viudas, huérfanos y afligidos, muy numerosos en la época virreinal; y Santa Catalina de Alejandría, quien vivió en el siglo IV.

También podemos encontrar reliquias de mártires y santos, piezas de orfebrería como Custodias de ánforas de Santos óleos, cálices; objetos suntuarios de oriente como crucifijos de marfil, Cristos de marfil, relicarios y tibores.

Ya en el siglo XIX sobresale la Custodia Monumental, la cual data de 1886, elaborada en plata y bañada en oro; adornada con pedrería de fantasía; las cabezas de los mártires Fausto y Benedicto, así como cálices y copones que se usaron para la Eucaristía en los siglos XVIII y XIX.

La sala de obispos exhibe una serie de pinturas de retratos de los Obispos y Arzobispos que han gobernado la Diócesis de Durango, y que van desde Gonzalo de Hermosillo, Obispo de Durango 1620 – 1631, pasando por José Vicente Salinas e Infanzón, último Obispo y primer Arzobispo de Durango 1868 – 1894; hasta Héctor González Martínez.

En la misma sala se exhiben los ornamentos con que se revestían para las ceremonias litúrgicas; son siete juegos completos con casulla, estola, manípulo y capa pluvial. Tienen los diversos colores que marca el calendario litúrgico. Morado para los tiempos de espera y penitencia; negro para los días de pésame y difuntos; blanco en las grandes fiestas de la Iglesia; rojo en las conmemoraciones de los mártires; y Pentecostés, verde para el tiempo ordinario; dos juegos de ornamentos están firmados por el artista toledano Miguel Molero 1777 y otro por la Real fábrica de Molero y Hernández en 1815.

En la Sala Capitular se reunía el cabildo eclesiástico con el obispo para tomar las decisiones importantes de la Diócesis. Su prominencia se destaca con el marco labrado de cantería con flores al estilo de José de la Cruz y por la bóveda de cañón corrido que la cubre.

En la parte de enfrente está un baldaquino labrado para solemnizar las celebraciones litúrgicas presididas por el arzobispo, José María González y Valencia. Bajo éste se localiza la silla ocupada por el papa Juan Pablo II durante su visita a Durango en 1990.

Las reuniones capitulares se llevaban a cabo en torno a una mesa de procedencia michoacana, anteriormente pintada y laqueada, de lo que se conserva el centro. Está ilustrada con una alegoría euro centrista que representa a Europa sosteniendo el mundo con la ayuda de Asia y a los lados las menos importantes África y América. Son también muy interesantes los símbolos de las Cuatro Estaciones de los entrepaños y las patas con mascarones y garras de león, estilo reina Ana.

Las sillas altas, forradas de terciopelo, que ocupaban los canónigos tienen magníficos labrados de ramos florales. La caja de madera para recibir los votos de los canónigos, un cuerno para que escuchara un canónigo que por su vejez había perdido la audición y las escupideras, representan objetos de la vida cotidiana de los miembros del cabildo.

También se localizan, entre otros objetos, tres arcas de tres llaves, donde se depositaban los valores de la Haceduría. Solamente se podían abrir estando tres canónigos presentes.

La sala de la Capilla de Música, está dedicada a la institución musical que dio lustre a las funciones religiosas de la Catedral. Se cuenta con una serie de 63 libros de coro forrados de cuero de becerro, chapetones de bronce, con hojas de pergamino y bellamente iluminados con acuarelas en las letras capitulares. Fueron elaborados entre 1740 y 1743 en la misma ciudad; tres fueron dibujados por el maestro José Remigio Puelles, sochantre de la catedral en Durango y seis por un personaje de apellido Zepeda en 1796.