Duranguenses también celebran a San Juan Diego

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  • San Juan Diego es uno de los santos más jóvenes con apenas 17 años de haber sido elevado a los altares un 31 de julio de 2002 por el papa San Juan Pablo II. En Durango hay una capilla en su honor en la colonia J. Guadalupe Rodríguez, donde cada 9 de diciembre hay fiesta en su honor.

Josélo Fuentes Delgado/La Voz de Durango

Una sencilla capilla ubicada en la equina de las calles Francisco I. Madero y Emiliano Zapata de la colonia J. Guadalupe Rodríguez, duranguenses se dan cita para celebrar a San Juan Diego, el indígena mensajero de la Virgen de Guadalupe empezando las festividades desde el domino 08 con misas y primeras comuniones.

A sus casi 60 años de edad, de acuerdo a la fe católica, el mensajero de Guadalupe presentó su tilma a sacerdotes españoles con la imagen impresa para lograr que la conversión de toda una Nación, con la petición de construir un templo en aquel lugar dejando como prueba su imagen impresa en la tilma o ayate, tela sagrada de fibra de maguey que actualmente se expone en la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, a pocos metros del cerro donde se le apareció en reiteradas ocasiones al ahora Santo.

San Juan Diego nació en 1474 en Cuautitlán, reino de Texcoco y murió un 30 de mayo de 1548, siendo un indígena chichimeca sin pertenecer algún linaje de la época y que presenció las cinco apariciones de la Virgen días previos al milagro el 12 de diciembre de 1531. Fue beatificado el 6 de mayo de 1990 y canonizado en el 31 de julio de 2002 por el también santo San Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe, ceremonia seguida por millones de mexicanos fuera y dentro del país.

Su nombre original fue Cuauhtlatoatzin, que significa “el que habla con un águila o habla como águila”, recibió instrucción religiosa ya entrado en edad, gustaba del catecismo y en sus trayectos de la casa de su tío Juan Bernardino a Tlaltelolco pasaba por varios lugares en el trayecto por el Cerro del Tepeyac donde se suscitan las apariciones ante la insistencia de la Virgen a Juan Diego para comunicar al Obispo Fray Juan de Zumárraga para construirle una capilla para ser adorada, hasta la fecha por millones de fieles y peregrinos.

CONSTRUCCIÓN CON ESFUERZO

A partir de la beatificación un grupo de mujeres, principalmente, bajo la coordinación del padre, Ignacio Alcázar, se dan a la tarea de construir en aquel terreno una capilla sencilla, con dos terrenos a los lados donde ahora realizan actividades para los domingos y entre semana para continuar con el financiamiento de los gastos de la construcción de las áreas que le faltan.

La señora Raquel Ramos Noris, originaria de la Colonia Hidalgo es una de las colaboradoras que viven cerca del templo realizando diariamente con las actividades del lugar desde atender los grupos de oración, los oficios los fines de semana hasta realizar la venta de alimentos (gorditas, tamales, atole) y rifas, para obtener recursos y continuar con una misión que ellas se han echado a cuestas.

“Si es un poco pesado porque somos en gran mayoría mujeres de edad avanzada quienes colaboramos con las actividades del templo. Con algunas de nosotras ayudan nuestras hijas y nietas para realizar las actividades pero las hacemos con mucho gusto y hasta que Dios nos de vida y salud para continuar esta tarea que con satisfacción podemos decir se ha cumplido con las expectativas de tener una capilla digna para todos los fieles a San Juan Diego y puedan celebrar su día”, señaló la entrevistada.