Praxis política

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Por Graciela Rosales

En plena pandemia, con el semáforo en rojo como casi todo el país, Durango inicia este día, la Nueva Normalidad y prolonga la Jornada de Sana Distancia; un reto que parece difícil para los ciudadanos que aún no entendemos por qué se nos pidió encerrarnos en casa durante los primeros días de la pandemia cuando había pocos contagios en el estado y ahora cuando los contagios empiezan a crecer, nos avisan que habrá que reactivar la economía con la reapertura paulatina de centros de trabajo y negocios.

La cuarentena no ha sido fácil, en muchos hogares se desató la violencia intrafamiliar, amas de casa se vieron obligadas a sobrecargas de trabajo y estrés, al hacer las veces de mamá, esposa, empleada y maestra al mismo tiempo y en el mismo espacio.

Empresarios honestos y leales a sus trabajadores, mantuvieron con mucho esfuerzo la plantilla laboral, en algunos casos fue necesario deshacerse de una parte de su patrimonio para hacer frente a sus compromisos; otros al parecer se aprovecharon de los apoyos gubernamentales para beneficio propio, acción de por sí cuestionable por la corrupción que implica, pero en plena pandemia, el calificativo que se merecen es bajo y pestilente.

Hubo otros, que la están pasando mal, porque, aunque desobedecieran el “quédate en casa”, en la calle no tenían acceso a bares, antros, centros de diversión, canchas deportivas, etc.

Por eso llegar a este momento, en donde las tiendas, supermercados, peluquerías, estéticas y algunos centros de trabajo se abrirán poco a poco; causa miedo, incertidumbre porque viviremos como no habíamos vivido; difícil cuidar la sana distancia cuando por años nos damos la mano para saludar, o bien saludamos de beso y con frecuencia nos abrazamos hasta sin motivo.

En Durango la población es cálida, sabe saludar y sonreír; pero ahora el cubreboca oculta la sonrisa y la sana distancia disuelve el contacto físico; lo complicado es que no hacerlo trae contagios, enfermedad y hasta muerte en algunos casos.