¿Si hubiera…?

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MTF. Alfredo Arévalo

Todos tenemos una mala costumbre, bueno tenemos varias, pero en esta ocasión me gustaría cuestionarnos sobre una en específico, esa necesidad de crear ilusiones de manera constante, como lo mencionaba en el artículo ¿Pasado-Futuro? (https://lavozdedurango.com.mx/2020/05/31/pasado-futuro/), tomamos referentes de nuestro pasado para crear metas en nuestro futuro.

Lo que inicia este proceso, en ocasiones inconsciente, es la frase “y si hubiera…” dicho, hecho, hasta pensado en ocasiones. Explico mejor, supongamos que no obtuvimos un trabajo porque nuestra entrevista no fue bien, pensamos si hubiera dicho que tengo tal experiencia; si hubiera hecho mejor mi curriculum y me hubiera comportado más profesional; si hubiera pensado mejor mis respuestas; si hubiéramos hecho todo lo que nos cuestionamos luego de que creemos que algo fracasó, pensamos que lo tendríamos, pero, ¿en realidad lo tendríamos con esos cambios?

Como es algo inexistente en esta realidad nunca sabremos si tenemos o no ese trabajo, pero como hemos escuchado muchas veces de la mentalidad positiva, que es como una auto programación para alcanzar el éxito, seguimos haciendo historias, lo irónico de esto es que la auto programación se hace antes de la entrevista de trabajo, no después.

Pensamos que analizando los errores que tuvimos y creando realidades alternas donde conseguimos la meta, es una forma de aprender y prepararse para una situación similar en el futuro, sin embargo, lo que hacemos es crear una ilusión donde todo lo que hicimos fue perfecto que nosotros mismos somos perfectos y que toda nuestra vida es perfectamente como la decidimos y esto es una completa ilusión.

Conflicto

La ilusión lleva al conflicto, podríamos pensar ¿qué tiene de malo que piense que si hubiera hecho todo de manera perfecta hubiera conseguido ese trabajo que tanto quiero?, pues si ese pensamiento no significara nada, que llegara y se fuera sin crear nada en nuestra persona, estaría bien. Sin embargo, no es así, en ocasiones estas ilusiones que creamos originan automáticamente un rechazo a nuestra persona.

Este cuerpo, esta mente, esta alma, estas emociones, están ahí porque las creamos, obviamente no creamos de manera literal, pero si decidimos que les damos, por lo que todo lo que somos es decisión propia, y el pensar que pudimos hacer las cosas diferentes en negar todo eso que somos para cambiarlo por alguien más, alguien mejor, alguien que consiguió ese trabajo soñado, al menos en nuestra imaginación.

Podríamos creer que el rechazarnos es cualquier cosa, o que no es rechazo es una forma en que nos cuestionamos lo que está mal en busca de mejorarlo y les pregunto a las mujeres si tu pareja te dijera “te ves gorda con ese vestido” o a los hombres “porqué no puedes ser diferente” ¿Les gustaría?

Obviamente no, la razón es porque alguien que aman les hace una crítica que busca cambiarlos, lo absurdo es que nos molestan las críticas externas, pero ¿qué hacemos con las internas? Pues nada, hay quien dice que solo ellos pueden criticarse, decirse gordos, o que no les gusta como son y compararse con alguien más cariñoso, con más dinero, mejor cuerpo, mejor trabajo, mejor familia, o mejor relación.

Juicios

Pues lamento decirles que aun cuando ustedes pueden criticarse no es lo más saludable que deban hacer, pues todos esos prejuicios que lanzamos hacia fuera y hacia dentro, tienen un origen, es algo que escuchamos decir a algún familiar, a algún amigo, y que lo adoptamos como algo nuestro, una calificación universal ante X circunstancia o persona.

Los hacemos nuestros a tal grado que ya no sabemos quién lo dijo antes o de dónde lo escuchamos, simplemente decidimos repetirlo y darle una importancia, por ejemplo lo correcto o incorrecto, bueno o malo, una categoría en la cual es aceptable o no que nosotros o alguien más lo haga, y con ello inicia la búsqueda de la perfección, sin darnos cuenta que no inicio en nosotros esa búsqueda, alguien más la inició.

Supongamos que en algún momento tu abuela dijo que era malo estar gordo, que las personas gordas son descuidadas y eso es malo; eso se le queda grabado a tu madre y lo dice también, tú tendrás esa misma percepción de las personas gordas; aun cuando esa aseveración no es real, y no sabes exactamente por qué lo piensas, cuando ves a alguien gordo sientes ese rechazo. Ahora imagínate que tú te sientes gorda, esa necesidad de encajar en lo que dijo tu madre y tu abuela y no ser algo descuidado y malo te llevará a algún trastorno alimenticio; o simplemente sientes el rechazo de tu madre y lo atribuyes a tu peso.

Y como este ejemplo en ocasiones no sabemos por qué no tenemos dinero, o un coche nuevo, o una casa grande. No vemos que en algún momento alguien que amamos dijo que el dinero es malo, que solo hay que tener lo necesario, como se maneja en las religiones el significado de humilde; y nosotros imitamos eso para que no nos rechace esa persona que amamos y vamos sin entender bien por qué no me alcanza el dinero, porque creo situaciones donde en lugar de ganarlo lo pierdo, no quiero tener eso malo en exceso, por lo que si lo tengo lo rechazo y se va.

Si nos damos cuenta esto se refleja mucho en una idea de éxito, en la abundancia, que en ocasiones no tenemos porque simplemente no queremos tenerla, alguien dijo que era malo y nosotros no somos malos. Pero qué pasaría si yo hubiera dedicado tiempo a conocerme mejor, a no rechazarme nunca, tal vez yo tendría mucho dinero, un carro nuevo salido de la agencia, una casa enorme y bonita, todas aquellas cosas que siempre he querido, si hubiera tomado decisiones diferentes a las que tome, ahora en este momento estaría ahí y sería completamente feliz.

Igual y no, pero es casi imposible dejar de pensar en esas ilusiones, aunque eso implique rechazarnos a nosotros mismos.

 “Un hombre no puede estar cómodo sin su propia aprobación”. Mark Twain.

Sobreviviremos al próximo lunes… si aceptas tu luz y oscuridad.