Omar García Rosales
La década de los años 80’s, es fiel testigo de cómo en un par de años la industria de los videojuegos vivió su mejor momento de fama y una de sus peores crisis. Aunque desde el país del sol naciente, un plomero bigotón no solo revitalizaría a la industria, sino que dejaría en claro que los videojuegos, habían llegado para quedarse.
A principios de los años 80’s el mundo cayo rendido a los videojuegos gracias a títulos como Pac-Man y Galaga. Con la salida de las consolas de Atari, la industria seguía afianzándose como uno de los medios de entretenimiento más redituables y novedosos del momento. Aunque en 1983 la popularidad comenzó a irse en picada debido a títulos repetitivos, monótonos y poco atractivos para los jugadores. En Japón no se encontraban ajenos al mundo de los videojuegos, por lo que Nintendo, una compañía joven en la materia, tomaría al país del sol naciente por sorpresa cuando lanzó el título Super Mario Bros. Tomando como referencia al personaje de “Jumpman” que apareció en el exitoso juego de arcade Donkey Kong de 1983, nacería el personaje de Mario.
Nuestro protagonista nos transporta en el Mushroom Kingdom (El Reino Champiñón) con la firme intención de rescatar a la Princesa Peach de las garras del temible Bowser (El rey de los koopas), quien planea apoderarse del reino a como dé lugar, convirtiendo a todos sus habitantes en piedras y ladrillos. A lo largo de ocho mundos, Mario y su hermano Luigi, tienen que enfrentarse al fiel e interminable ejercito de Bowser para volver todo a la normalidad.
Gracias a los diseños de Shigeru Miyamoto y Takasahi Tezuka, el juego que ocupaba solo 32 kb, rápidamente se impuso en el mundo de los videojuegos. Ya que el fondo de pantalla negro de sus predecesores y personajes sorteados a la imaginación, no podían competir con los gráficos superiores de la consola creada por Nintendo, que nos permitían distinguir el cielo del suelo. Además de que la rigidez de los movimientos de los personajes, quedaban en el olvido gracias a una nueva y renovada sensación de libertad de movimiento para la época.
Curiosamente, este no sería el primer juego de Mario, pero si sería el que popularizó al personaje a la fama internacional, convirtiéndolo no solo en un icono de la cultura pop, sino en una pieza fundamental en la historia de Nintendo y la historia de los videojuegos, convirtiendo a la empresa nipona en la líder del sector.
A treinta y cinco años de su lanzamiento, es indudable decir que Super Mario Bros no sentó las bases para los juegos de plataformas, pero si sigue siendo el juego de plataformas por excelencia. Un título que convirtió a la NES en la consola más vendida de la historia en ese momento y que a pesar del pasar de los años, puede jactarse de habar cambiado la infancia de muchas generaciones.