¿Pensamiento polarizado?

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MTF. Alfredo Arévalo

En otras ocasiones hemos hablado acerca de lo que es una distorsión cognitiva, lo cual no es más que un error de razonamiento que hacemos sin darnos cuenta, básicamente procesamos de forma equívoca la información que nos proporciona la realidad, lo que nos lleva a experimentar algún tipo de perturbación emocional. Estas distorsiones cognitivas fueron descritas por Albert Ellis y Aaron Beck en el desarrollo de sus terapias cognitivas y de comportamiento, pero lo interesante de estas distorsiones es que ambos las explican como creencias erróneas que conducen a estados de ánimo disfuncionales, tales como a miedos irracionales o tristeza sin fundamento, y el pensamiento polarizado es una de esas modalidades de distorsión cognitiva.

En el pensamiento polarizado lo que se presenta es una simplificación extrema de la realidad, ya lo hemos mencionado, pero no con este nombre, en esta distorsión las cosas son blancas o negras, buenas o malas, etc., no se logran ver los matices que existen entre un extremo y otro. Quien tiene este tipo de distorsión se siente cómodo ubicando la realidad en alguno de los extremos, pero ¿por qué ocurre?

Sus características

Como ya lo mencionamos la principal característica es la tendencia a generalizar y englobar las diferentes realidades bajo una misma categoría. Por eso las palabras favoritas para quienes piensan así son las más categóricas: siempre, nunca, todo, nada, etc., lo cual hacen de forma automática, pues tienen que poner en alguna de esas casillas cualquier hecho aislado que se les presente. Lo preocupante es que esas categorías extremas son, por lo general, muy negativas, y las emplean para reiterar la existencia de algo malo, es común escuchar en quienes piensan así expresiones como “todo me sale mal”, o “siempre terminan aprovechándose de mí” o frases similares.

Quienes tienen un pensamiento polarizado no pueden ver los matices o los puntos medios, construyen buena parte de su identidad sobre esas clasificaciones contundentes y buscan la forma de ubicarlo todo allí, aunque la realidad les demuestre que están equivocados, es común que se resistan a abandonar su radicalización. Esto los vuelve rígidos y generalmente intolerantes a una visión diferente.

¿Qué la origina?

En general el pensamiento polarizado es una característica de quienes adoptan una posición de victimismo ante la vida, no es algo que se decida hacer de manera consciente o por simple capricho. Se trata de un bloqueo emocional que es producto de experiencias mal resueltas, y esto crea una incapacidad de reconocer la realidad, pues en el fondo de todo existe la idea de que a uno le han sucedido “cosas malas”, y lo más importante, que no lo merecía.

Cuando te sitúas en el papel de víctima se asume a sí misma como un objeto pasivo, donde las circunstancias externas son a causa de un ser divino, la vida o del “destino”, y esto molesta a la víctima, pero no hace lo posible por salir de ese lugar, pues también cree que no tiene algún control ni sobre los hechos negativos que ha experimentado, ni sobre el manejo que les ha dado. Supone que ha sido depositaria pasiva de un daño y que no puede hacer nada al respecto.

Esto crea entonces de un bloqueo del desarrollo emocional, pues este tipo de personas siguen viéndose a sí mismas como un niño. No han descubierto herramientas ni han adquirido recursos que puedan emplear para superar muchas de sus dificultades, en cambio, proyectan su queja y adoptan el pensamiento polarizado como un soporte de su posición en la vida.

¿Cómo superarlo?

Como lo mencionamos antes, este tipo de pensamiento es solamente un error cognitivo, pero que implica dificultades previas no resueltas. Superarlo supone asumir una nueva perspectiva frente a nuestra propia historia, lo que somos ahora, y lo que podemos hacer; se trata de evitar adoptar la posición de víctimas de las circunstancias, y si se hace, aceptar que esto implica también una ganancia, la principal es que “nos exime de responsabilidades”. Por supuesto para salir de allí básicamente tenemos que aceptar que sí somos responsables de lo que nos sucede, pero sobre todo, de la forma en la que lo abordamos.

Esto quiere decir que una buena manera de comenzar es percatándonos de esa actitud automática, darnos cuenta de cada vez que pronunciemos las palabras categóricas que mencionábamos antes como “nunca”, “siempre”, “todo”, “nada”, etc., después, detenernos a evaluar qué tan razonable es la afirmación que estamos haciendo al respecto. Más allá de esto, resulta importante pensar en las situaciones de las que nos sentimos víctimas, como puede ser una relación de pareja que nos causa malestar, o un trabajo que percibimos como excesivamente demandante.

En otros textos nos hemos cuestionado sobre si ¿en verdad la única opción que tenemos es la de aguantar y resistir?, pues obviamente no. Sabemos que hay otras salidas, pero tenemos miedo de optar por ellas, en este sentido el pensamiento polarizado puede ser un indicador de que no nos estamos tomando suficientemente en serio.

Quizás necesitamos un espacio y un tiempo para pensar en lo que nos sucede.

Generalizar siempre es equivocarse.” Hermann Keyserling.

Sobreviviremos al próximo lunes… si nos cuestionamos nuestra realidad.

 

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