Dedican y consagran el Santuario de Guadalupe

0
108
  • En el marco de los 400 años de la Arquidiócesis.
  • En este momento de pandemia, en cada familia en crisis, en la enfermedad y sufrimiento, en la pérdida de un ser querido, María repite, “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”.
  • Las reliquias de los Santos Mártires de Durango fueron colocadas en el altar.

Graciela Rosales / La Voz de Durango

Fotos: Cortesía de Víctor Avilez

En el marco de los 400 años de la Arquidiócesis de Durango, se realizó la dedicación y consagración del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en una celebración eucarística encabezada por monseñor Faustino Armendáriz Jiménez, para luego depositar las reliquias de los Mártires Duranguenses en el altar guadalupano.

Fueron muchos los duranguenses que siguieron a través de redes sociales el emotivo evento, para atestiguar este acto histórico mediante el cual se consolida la fe guadalupana que llegara a estas tierras en 1657.

Con sentimientos de gratitud y con el gozo de celebrar el 400 aniversario de la evangelización en Durango, el arzobispo Faustino Armendáriz, saludó a los sacerdotes, diáconos consagrados, seminaristas, laicos,  a todos los que se unieron a través de los medios de comunicación, así como a las autoridades civiles, entre las que se encontraban la presidente de DIF Estatal, la señora Elvira Barrantes de Aispuro y el alcalde, Jorge Alejandro Salum del Palacio.

El motivo de la congregación en el nuevo Santuario de Guadalupe, fue en esta ocasión la consagración, la solemne liturgia de la dedicación de un templo, que es un momento de intensa alegría espiritual para todo el pueblo de Dios, que vive en el territorio de Durango.

En la tarea que la Santísima Virgen encomendó a Juan Diego, de erigirle una casita sagrada, se sigue realizando en cada ermita, en cada capilla, en este santuario que se ha construido en su honor.

Armendáriz Jiménez recordó con gratitud a Pedro Barrientos Lomelí, excelentísimo arzobispo que trajo a Durango el culto a la Virgen de Guadalupe y en ese mismo año 1657 se ordenó la construcción de un templo dedicado a la Madre Morena, y más tarde se reconoció a monseñor, don Antonio López Aviña, quien inició un nuevo templo en el cual se celebró este martes su dedicación.

“María misma va poniendo los medios y pone a las personas idóneas, mueve corazones generosos, abre las puertas indicadas, destraba los problemas que entorpecen la realización de un proyecto que suscita en todo su pueblo, un gran amor por su hijo Jesucristo”, y agradeció a todos los obispos que le dieron interés con gran esfuerzo a este proyecto, a los sacerdotes que colaboraron cada uno poniendo su granito de arena en cada etapa, a los bienhechores, trabajadores y laicos que con gran devoción y amor a la virgen hicieron posible el bello santuario, mención especial al padre Refugio Gómez Muñoz.

Este santuario –dijo monseñor Armendáriz- es un reflejo del amor creciente a Santa María de Guadalupe, del pueblo duranguense, que sin duda lo seguirá impulsando.

La Morenita del Tepeyac, de rostro dulce y sereno, expresa en la tilma del indio San Juan Diego y se presenta como la siempre Virgen María, madre del verdadero Dios, por quien se vive y evoca a la mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies y una corona de dos estrellas sobre su cabeza y señala con la flor de cuatro pétalos máximo símbolo náhuatl, la presencia de Dios, la plenitud de los tiempos y que acertadamente se ubicó en el plafón del nuevo santuario.

El arzobispo reflexionó en tres aspectos que se encuentran al observar a la Virgen de Guadalupe; primero, ella es madre del hijo de Dios, es ella la que permanece de pie delante de la cruz de su hijo y ella nos cuida con amor maternal de todos los hijos que caminan peregrinos por el mundo, por Durango.

En segundo lugar, es una madre mestiza, no solo como el pueblo indígena al que se le apareció, sino con la misma humanidad y se mestizó con Dios y gracias a ella, Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre; María nos acerca a Dios más de lo que hubiésemos podido imaginar.

Y en tercer lugar, María es discípula, guardaba las cosas y las meditaba en su corazón y se presenta no con soberbia sino como la humilde sierva del Señor, pero también misionera, por eso va presurosa a la casa de Isabel que se encuentra en la última etapa del embarazo, solo quien lleva buenas noticias se apresura a compartir y lo hace con alegría; no se apresura el que no tiene nada que compartir.

Las reliquias de los santos mártires de Durango, Salvador Lara Puente, Manuel Morales, David Roldán, Luis Batis y Mateo Correa, fueron colocadas en el altar, para luego consagrar el templo y encender incienso para elevar las oraciones hasta Dios.

Finalmente, la Iglesia puede cuestionarse –dijo el señor arzobispo- si son esa casita con dinámicas sociales y alternativas económicas humanizadoras, ajenas al sistema liberal de corrupción y explotación de los más empobrecidos.