Opinión: El día en que la democracia de Estados Unidos logró sobrevivir

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Por Gregorio Meraz

Los Angeles TIMES

WASHINGTON. El viernes 11 de diciembre de 2020 será recordado en la historia de Estados Unidos y la historia universal, como el día en que la democracia más grande del mundo logró sobrevivir al intento de golpe de Estado, del presidente Donald Trump, cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazó sus infundadas acusaciones de fraude electoral.

“La demanda presentada ante la Suprema Corte es fuerte y convincente, todo lo que pedimos es valor y sabiduría de quienes tomarán una de las más importantes decisiones en la historia de nuestro país, Dios los bendiga” escribió Trump.

Pero el fallo de los 9 magistrados, -incluyendo 3 que él nominó y esperaba le apoyaran-, significó el final de su batalla legal, lo que ante un panorama incierto, sin la inmunidad presidencial y con investigaciones de evasión de impuestos, fraude fiscal, violación a leyes de financiamiento de campaña, asalto sexual y otros cargos criminales pendientes, así como adeudos por vencerse por casi 900 millones de dólares, Donald Trump quizá termine en Moscú.

Igor Korotchenko, miembro del Consejo Público del Ministerio de Defensa de Rusia, sugirió al presidente Vladimir Putin que “no solo le de asilo a “Trumpusha” como lo llaman en Rusia en la ciudad de Rostov-on-Don (donde se aloja el ex presidente ucraniano Viktor Yanukovych y otros asilados famosos) sino que lo convenza de transferir su capital y construir hoteles, como había planeado.

Los periodistas Olga Skabeeva, de Rusia 1 y Dmitry Kiselov, comentan en público que el asilo sería la única solución a los problemas de Trump.

“La Suprema Corte nos decepcionó, no hubo valor ni sabiduría, su dictamen fue una pésima representación de la justicia”, dijo Trump, decepcionado por el dictamen que, erróneamente, asumió sería el pago de “lealtad” de sus nominados.

“Ningún candidato presidencial ha perdido la elección, ganando Iowa, Florida y Ohio” alegó Trump “Yo gané los 3 por mucho”.

Los libros de texto darán cuenta del ahora tristemente célebre “Caso Texas”, presentado ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por Ken Paxton procurador general del estado de Texas, con apoyo de 17 procuradores, gobernadores y 126 legisladores republicanos.

Paxton basó su demanda en la idea de “jurisdicción original” que asegura que los estados pueden demandarse, entre sí, ante la Suprema Corte de Justicia, lo que se había hecho solo en asuntos relacionados con territorialidad o problemas de abastecimiento de agua.

El Caso Texas argumentó un inexistente “fraude generalizado” en Georgia, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, sin evidencia alguna, para revertir la votación, con la intención de ignorar o reemplazar “con hechos alternos”, el resultado del proceso electoral, que coronó al demócrata Joe Biden como nuevo presidente, con 306 votos electorales contra 232 de Trump y una ventaja de más de 7 millones de votos, en la que fue calificada como la elección más segura y concurrida de la historia, a pesar de la peligrosa propagación del coronavirus en esta nación.

23 procuradores generales de estados gobernados por demócratas respondieron con un recurso similar, en el que calificaron ese esfuerzo político como “improcedente y un desperdicio de recursos de los contribuyentes”.

Los libros de historia se referirán al Caso Texas como la última esperanza en la lucha de Trump por su reelección, luego de más de 50 fallos judiciales adversos, por cargos inexistentes, declaraciones falsas, insuficiente o nula evidencia, que han expuesto a Trump, como a todo el país, al escarnio, la burla y el ridículo dentro y fuera de Estados Unidos.

También relatarán la renuencia de Trump a seguir el protocolo tradicional que data de 244 años, en el cambio de poder, ya que el mandatario, lejos de aceptar la realidad, se aferró a sus fantasías, desahogando su ira, rabia, frustración e impotencia, con ataques al presidente electo, de todas las formas posibles.

En lo que podría interpretarse como lo más cercano al reconocimiento de que perdió y saldrá de la Casa Blanca, Trump expresó:

“Ahora que la administración Biden será un caos plagado de escándalos en los años por venir, va a ser mucho más fácil para la Suprema Corte de Justicia, seguir la Constitución y hacer lo que todo mundo sabe debió haber hecho, deben tener valor y sabiduría y salvar a Estados Unidos”.

Dedicando su voluminoso cuerpo y alma deprimida, a poner en duda la legitimidad de la elección de Biden, en la aplastante victoria, que destruyó sus sueños de reelección, Trump ha tenido poco éxito, fuera de sus simpatizantes, según encuestas.

Un sondeo de la cadena FoxNews, indica que 36% de todos los votantes registrados, cree en el “fraude electoral” que Trump argumenta, cifra que aumenta a 68% entre republicanos, 77% entre quienes votaron por él, 26% entre independientes y 10% entre demócratas.

La demanda de “defensa del voto” que Trump asegura “le robaron” produjo el viernes una violenta manifestación en Washington, D.C., en la que se enfrentaron integrantes del grupo supremacista “Proud Boys” con Black Lives Matter y otras organizaciones, con choques que dejaron cuando menos dos docenas de heridos con arma blanca, algunos hospitalizados y numerosos arrestos.

En lugar de superar la división y confrontación, tanto al seno de su partido como a nivel nacional, legisladores republicanos anunciaron que se opondrán al voto del Colegio Electoral este 14 de diciembre.

A menos de un mes de la Inauguración o toma de posesión de Joe Biden y Kamala Harris, solo 27 legisladores, congresistas y senadores republicanos, reconocen a Biden como presidente electo, el resto continúa apoyando a Trump y anuncian resistencia.

En respuesta, demócratas de la Cámara Baja, acusan a los republicanos que apoyaron el Caso Texas, de violar la Sección 3 de la Enmienda 14 de la Constitución, que establece que “quien se involucre en actos de insurrección o rebelión, como el apoyo de demandas que buscan deshacer al gobierno y debilitar la confianza en el sistema electoral, deben ser removidos del puesto para el que fueron elegidos”.

EL ESPEJISMO DESTRUCTIVO DE LA PRESIDENCIA DE DONALD TRUMP

Los libros también contarán en detalle la historia del inconcebible “Espejismo Trump”; fábula que muchos aún creen; la vida del peor presidente norteamericano, ignorante, deshonesto, mafioso, racista, mentiroso, vulgar, mal informado y corrupto, que disfrazado de “acaudalado y exitoso” hombre de negocios, supuesto “experto en el arte de negociar” y una “fortuna personal inferior a los 3.000 millones de dólares”, vendió la idea de “ser el más indicado” para conducir los destinos de este país a la prosperidad, adjudicándose el crecimiento de la pujante economía que heredó del ex presidente Barack Obama, hasta que su incapacidad e ignorancia la hicieron desplomarse.

Ahora sabemos que Trump es campeón de la bancarrota, defraudador, que cobró por edificios que no terminó, reclamó al gobierno hasta 72 millones de dólares de impuestos que nunca pagó en décadas, adjudicó hasta 2 mil millones de dólares de la Asistencia de Emergencia de Covid19 a sus empresas, negocios de sus hijos o de republicanos, impidiendo que llegaran los recursos a las compañías para las que fueron autorizados.

Desde el primer día, violó la Cláusula 8 de Emolumentos de la Constitución, que establece que sus negocios sean manejados por un fideicomiso para evitar conflicto de interés, lo que no hizo, para aprovechar directamente la influencia de la más poderosa presidencia en el mundo, respaldando negocios en China, Arabia Saudita, Turquía, India, Filipinas y otros países.

Desde que tomó posesión, se hospeda cada fin de semana en Mar-a-Lago, donde autorizó la construcción de instalaciones y comunicaciones seguras, también en algunas de sus propiedades en New Jersey, New York, Virginia, Nevada y otros estados. Instruyó a la Casa Blanca y Departamentos de Justicia, Defensa y otros, a hospedar a los tripulantes de aviones que pasan sobre Gran Bretaña o Escocia, en hoteles de su propiedad.

Al final de cuentas, creo que la historia destacará cómo, en lugar de despejar la nube sobre la legitimidad de su elección por la injerencia rusa plenamente documentada, mediante una investigación clara y transparente, Trump negó materiales, no autorizó testimonios de sus colaboradores, obstruyó cuanto pudo al Fiscal Robert Mueller.

En lugar de convocar a expertos y legisladores, para lograr las mejores iniciativas en materia de comercio, economía, salud, finanzas, política, Seguridad Nacional o comercio internacional, despidió al personal de carrera más experimentado, en el Servicio Exterior, las Fuerzas Armadas, el sector financiero y todas las áreas, para quienes la filiación política nunca fue relevante.

Lejos de atender sus obligaciones de proteger al pueblo estadounidense, como juró, trabajando de la mano de expertos en salud, veteranos de otras pandemias, como el Dr. Anthony Fauci, para contener a tiempo la propagación del coronavirus, Trump se enfrentó a ellos, quiso ordenarles qué decir y hacer, mientras dejó transcurrir 6 semanas antes de tomar medidas que debieron ser urgentes el primer día, a pesar de conocer las consecuencias.