¿Nuestra historia?

0
51

MTF. Alfredo Arévalo

Los eventos históricos importantes marcan un punto a recordar dentro de la historia, si nos vamos a hechos de nuestro país recordamos batallas que ganamos, nacimiento y muerte de personajes ilustres, firmas de tratados, entre otros aspectos que decidimos recordar. Pero ¿quién escribe la historia?, porque en la escuela nos han recordado todos estos hechos, y los guardamos en nuestra memoria, aunque nosotros no estuvimos ahí.

Respondiendo a esa pregunta hay quien dice que la historia se escribió por los ganadores, lo que tiene cierto sentido, pues en ese punto se tiene el poder de manipularla a favor, pues en ningún momento un historiador de un país que venció en una guerra va a narrar las cosas atroces que hicieron para conseguir el triunfo, ni las cosas bondadosas que hizo el enemigo. Claro que no, si bien podemos marcar una verdad absoluta en la historia es que existe un pensamiento polarizado y una división de lo bueno y lo malo.

Ya hemos hablado de cómo nos afecta ese tipo de pensamiento, pero aplicado a la historia tiene la función de recordar las cosas malas que no debemos de repetir. Pero entonces cómo podemos aceptar ciegamente la historia de alguien que la manipuló para exaltar su victoria; o de la descripción de una persona ilustre realizada por alguien que lo admira; o de nuestra propia historia cuando nos juzgamos todo lo que hacemos tan duramente.

La realidad es que no podemos, no podemos confiar en esa historia; en la parte de la historia mundial, de cada país o de personajes, habrá quien se haya dado la tarea de desmentir ciertos mitos, y para ello realiza una investigación detallada de hechos para de esa manera reconocer las incongruencias, sembrar la duda y buscar otra verdad.

Una verdad

En nuestro caso el proceso es similar, luego de darnos cuenta que tenemos una historia que nos pesa y que viene dejando marcas que nos impiden alcanzar nuestro deseo de ser felices, podemos hacer dos cosas: la primera es aceptar ciegamente esta verdad, lo cual tiene sentido porque no podríamos mentirnos a nosotros mismos; la otra, analizar qué aspectos no concuerdan para poner en duda lo que realmente pasó.

Supongamos que venimos de una familia donde se presentaron varias situaciones que marcaron nuestro pasado, si las vivimos desde niños no tenemos una plena conciencia de lo que pasó, pero a pesar de eso nos va a marcar; si lo vivimos de adulto nuestra cabeza creará sesgos (cortes o fallas) para evitar darnos cuenta de lo que pasó, justificar situaciones o simplemente borrar un lapso de tiempo. El punto en esto es aceptar sin cuestionar nada, pues la realidad es tan clara que no podemos dudar de ella.

El problema con esto es que aun cuando no lo veamos, eso nos puede afectar inconscientemente, y crear desestabilidad en ciertos aspectos de nuestra vida. No olvidemos que somos seres sociables, con ello viene la posibilidad de crear vínculos con los demás, y esos vínculos pueden convertirse en una lealtad ciega hacia la persona. Con ello podemos repetir patrones para justificar situaciones dentro de la familia sin darnos cuenta, o bien asumir cargas que no nos pertenecen para salvar a alguien que amamos.

Sin embargo, cada mecanismo de defensa que podamos utilizar para proteger esa realidad que buscamos defender tiene un límite, pues la energía que empleamos para ocultar con el paso del tiempo va disminuyendo hasta que perdemos el control, o hasta que no hay forma de evitarlo y debemos hacerle frente. Esto sin duda desestabiliza y provocara malestares físicos y psicológicos si se pretende seguir con esta farsa auto asumida.

Otras verdades

La segunda opción nos da la posibilidad de cuestionarnos de una manera más controlada, sin el choque de darnos cuenta de golpe o del cansancio emocional por la energía gastada, esta sería la opción más saludable para contrarrestar historias de violencia, adicciones o abuso, sin embargo, a pesar de ello también nos toparemos con algunas dificultades, podríamos dudar de que todo es una mentira o no querer soltar algunos aspectos de la historia que nos resultan necesarios mantener.

Por ejemplo, si en la familia hay alguien con alguna adicción, y este, marca la vida de todos, dependerá de quien cuenta la historia el decidir qué puntos aceptar o negar. Si es la esposa lo vera diferente y lo contara diferente a un hijo o padre. Y cuando decidimos cuestionar podemos darnos cuenta que existe más de una versión lo que podría ser confuso y provocar más conflictos de los que buscamos sanar.

Para evitar esto es necesario reescribir la historia, evitar aspectos que no tienen que ver con nosotros, que es algo difícil, el aprender a separar, pues si vivimos violencia de niños por parte de uno de nuestros padres, y de adultos sabemos que uno de nuestros hermanos también lo pasó, no se trata de sumar ese rencor al que ya podríamos tener, nuestra vida es muy diferente a la de los demás, es por ello que no debemos asumir nuestra responsabilidad en sanarnos, y no pensar que todos nos entenderán o al contrario que nadie nos entiende.

Esto lo veremos más a fondo el próximo domingo, por ahora nos centramos en la parte racional de cuestionar nuestra historia. Decía Goebbels que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, si por ejemplo nos decimos varias veces al día que no podemos ser felices, no es tanto que se convierta en verdad, sino que ese pensamiento se hace tan grande que no nos permite ver cuando somos felices, es por ello que debemos cambiar la perspectiva y evitar cegarnos con una historia de nosotros mismos que puede tener muchas versiones y no las vemos por alimentar la peor de ellas.

“Una cosa es continuar la historia y otra repetirla”. Jacinto Benavente.

Sobreviviremos al próximo lunes… si aceptamos nuestra realidad. 

Si quieres iniciar un proceso terapéutico personal, de pareja o familiar, puedes contactarme al 618-152-79-65.