¿Niño emperador?

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MTF. Alfredo Arévalo

Con este nombre se ha etiquetado a los niños y adolescentes que manipulan o dominan a sus padres, y dentro de las características que se dan sobre este “sindrome” es que los niños son intolerantes a un “no”, son incapaces de empatizar, no son capaces gestionar o expresar sus emociones, y tienen poca tolerancia a la frustración. pero ¿Qué es lo que sucede en los sistemas familiares que sufren de este síntoma?, ¿será falta de limites de los padres?, ¿es debido a los nuevos modelos de crianza?, ¿es debido a “malos padres” o a “malos hijos”?

Es necesario aceptar que al momento de hablar de la crianza de los hijos existen muchas las interrogantes, y no importa si es el primer hijo o el cuarto, la paternidad sigue siendo un reto que socialmente se inculca como un mandato u obligación, pero no se han sentado las bases para que los padres encuentren la preparación y respuestas que les permitan eliminar la duda que pueda llevarlos a sentirse “malos padres” al tomar decisiones que conllevan establecer normas y pautas de crianza.

La realidad es que la paternidad se ha aprendido por repetición y la buena intención de no repetir los “errores” que consideramos tuvieron nuestros padres, el conflicto se encuentra cuando por alguna razón nos sentimos rebasados por la obligación de padre y sentimos que no podemos “controlar” a nuestro hijo. Esto se debe a que muchas personas asocian la palabra límite con algo negativo y piensan que marcar fronteras implica imponerse a la opinión del niño, y esta sensación los lleva a expresar en terapia una sensación de angustia o incluso culpa, no obstante, este concepto se aleja mucho de otros relacionados con la violencia, se trata de formar una estructura que de una contención emocional.

Para logra conseguir esta estructura es necesario que los padres aprendan a decir “no” si así lo amerita, y con esto enseñar a los niños que en ocasiones no se puede tener lo que se quiere, y para los padres también implica que de ser necesario se tomaran las medidas necesarias para corregir el comportamiento, y ser conscientes y tomar la responsabilidad de las decisiones que se toman. Para esto es necesario romper el cliché del padre enojado que alza la voz o golpea, porque estos límites se pueden formar perfectamente de manera calmarse, y sin lanzar amenazas que les costara llevar a cabo.

Reforzamiento negativo

La mayoría de las situaciones que dan pie a que los hijos actúen de una manera que los etiqueta como “niños tiranos” es debido a que han aprendido que pueden conseguir lo que quieren con un berrinche, gritos o amenazas, donde para evitar el conflicto los padres optan por dar al hijo lo que pide sin considerar las consecuencias, pues para ellos es más sencillo ceder que confrontar la situación. sin duda esto hace que los gritos paren y parece que ambas partes ganan, pero esto a la larga acabara por alimentar un comportamiento negativo que será complicado de revertir.

Falta de límites

Como ya lo mencionaba anteriormente las personas a quienes no se les han puesto límites normalmente responden a los problemas con una baja tolerancia a la frustración, les cuesta poder controlar sus emociones, pasan de un estado de animo a otro, y no responden bien ante el cumplimiento de normas u obligaciones, ademas que repinten el patrón de manipulación que les ha servido para conseguir las cosas, por lo que es común para ellos hacer sentir mal a los demás, y pocas veces se sienten culpables. Ademas de esto pueden tener respuestas impertinentes, y exigen tener privilegios, falta de constancia y esfuerzo en proyectos, obviamente problemas de conducta, que pueden llegar a agresiones o incluso la destrucción de objetos.

¿Quién educa?

Esta pregunta podría tener una respuesta obvia o no, pues hay personas que fueron educadas por los abuelos, otros por tíos, otros por los padres y otros por nadie (o por si mismos en un intento de no repetir los patrones que les hicieron daño). Entonces la pregunta que aparentemente es sencilla tiene una gran historia atrás y muchos matices.

Entonces regresando al tema de este artículo, la mayoría de las ocasiones que va a mi consultorio una familia donde uno o varios de los hijos son un problema y presentan diferentes síntomas del sistema familiar, esto me obliga a revisar la jerarquía familiar, si los padres están en su lugar y al estar ahí como han hecho para poner límites, si estos son flexibles dependiendo de las circunstancias, muy rígidos, o tan difusos que no se pueden percibir.

Para reconstruir el sistema a un modelo más saludable principalmente es necesario que los padres se sitúen en su lugar y aun cuando esté uno solo (por trabajo o por separación) los lugares estén tan bien definidos que no sea posible que los hijos traten de ocupar un lugar parental. Luego de esto se trabaja en la comunicación que es sin duda una de las maneras más sencillas de restablecer la estructura, poner reglas claras y también tomar en cuenta que se hará en caso de no cumplir con esas reglas.

Dicho esto, podemos observar lo importante que es responder esta pregunta, porque dependiendo de ¿quién educa? Se podrán conocer todos estos aspectos y que lejos de limitar a sus hijos o de imponer voluntades van dando forma con herramientas que se utilizan en todos los aspectos de la vida, y que aun cuando de niños podríamos decir que nuestros padres fueron estrictos en algunas cosas, hoy agradecemos y entendemos porque lo hicieron así.

 “La misión de un padre no es evitarle a su hijo el dolor, sino enseñarle a enfrentarse a él”.  María Oruña.

Si quieres iniciar un proceso terapéutico personal, de pareja o familiar, puedes contactarme al 618-152-79-65; estaré encantado de poder ayudarte.